¿QUIÉN EDUCA A NUESTROS HIJOS?

 


Por Franco Soldi


Yo soy papá como muchos de ustedes.

Dicho esto, una de las cosas que a mi más me preocupan es la educación de mis hijos. Me persigue una pregunta:

¿Estamos preparando correctamente a nuestros hijos para la vida? ¿Estamos ofreciéndoles las herramientas necesarias, no para ser exitosos, sino para ser felices?

Es un hecho es que el mundo está cambiando cada vez más y más rápido y mientras nosotros – los padres – tratamos de adaptarnos lo mejor posible, nuestros hijos se encuentran a merced de un entorno hostil y difícil.

Una investigación hecha en los Estados Unidos reveló que en promedio un niño entre 7 y 12 años esta frente a una pantalla cerca de 40 horas a la semana. Ese mismo niño – en promedio – disfruta de solo 38 minutos de conversación con sus padres durante el mismo periodo de tiempo.

Una de las principales necesidades del ser humano, especialmente en la niñez y la adolescencia, es encontrarle un sentido o razón a la propia existencia. Es la búsqueda del “¿por qué estoy aquí?”. Este significado o sentido en la vida es lo que nos inspira a soñar, planear y realizar. Son los valores, morales y creencias que nos inculcan nuestros padres la base de los conocimientos clave que nos guían a tomar, más adelante, decisiones correctas y sanas.

 

Si dentro del núcleo familiar el adolescente no encuentra un significado a su vida este se sentirá solo e incomprendido. En su soledad puede encontrar increíblemente atractivo el buscar “pertenencia” y aceptación en otros medios ó actividades que podrían ser muy peligrosos para él.

Es un hecho que la estructura familiar ha cambiado. En la actualidad las exigencias de nuestro sistema nos han llevado como adultos a trabajar más y por más horas. Entonces:

¿Quién educa a los niños?

¿Qué sucede si responsables de inculcar valores y creencias en las mentes de los niños están, en casi la totalidad del tiempo, ausentes?

¿Acaso Netflix, Hulu, YouTube, Snapchat, Instagram, los videojuegos y la calle han pasado a adoptar este papel? ¿Acaso es responsabilidad de los colegios el llenar este vacio?

Si un niño tiene bases sólidas y buenos filtros será capaz de filtrar y analizar la información que le llega por parte de “las pantallas” y la calle y sabrá tomar las decisiones adecuadas basadas en una escala de valores bien afianzada en el respeto y en el cariño. Pero ese respeto y ese cariño tiene que ganarse y el precio que hay que pagar es tiempo.

Hay que invertir en más horas de conversaciones y actividades en familia a la semana y menos horas individuales de pantalla.

¿Qué tipo de influencia quieres ser en la vida de tus hijos? ¿Cómo quieres que sea su futuro? ¿Qué palabras y adjetivos le vendrán a la mente a tus hijos al escuchar tu nombre una vez que tu te hayas ido?

Atrévete a entrar en su mundo, escúchalos y comparte con ellos tú tiempo. Ellos te lo agradecerán y encontraran un sentido en su vida gracias a tu influencia. Si no lo haces lo buscarán afuera, en las calles, en las pantallas, donde pasa todo lo que ves en las noticias.

No sé que pensamientos te vienen a la mente al momento de la muerte, pero qué bonito sería morir con el recuerdo del “te quiero” sincero de tus hijos y la satisfacción de saber que en sus vidas, como hombres y mujeres de bien, seguirás vivo. ¿Acaso esa sensación no sería algo que pudiéramos llamar éxito?


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